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Capítulo 10: Diciembre, 2015

December 01, 2015 - 1389 words - 7 mins Found a typo? Edit me

El arte de la adaptación

Tener miedo a la rutina y a la repetición.

Sentado en el metro deseando llegar a casa para pensar con tranquilidad, y disfrutar de ello con una buena música de fondo. Tengo miedo de no poder terminar lo que empecé, de dejar a medias todo aquello que me gustaría completar o, al menos, relegar en una versión estable.

¿Qué es la filosofía, sino preguntas sobre preguntas o ideas sobre ideas? ¿Hasta qué punto las obviedades son obvias? ¿Quién podría regular o decidir su grado?

Si bien tuviera que escoger una palabra para definirme, sería «improvisación», como el arte de la adaptación.

¿Quién podría asegurarnos que despertaremos mañana? El mañana no existe sin nosotros. Sólo el hoy y el hacia dónde nos dirijamos sin una última meta decidida.

Pensar que el mañana es incierto nos debería obligar a vivir siendo realmente nosotros y no a desvivirnos sin hacer nada, como si nada tuviera importancia. No hay día que no piense en ello, por lo que el hacer del hoy el mejor día de nuestra vida no debería ser una opción. Hagamos del hoy el mejor día de nuestra vida.

Me siento triste con las noticias que sangran, así como alegre en compañía de aquéllos que me hacen disfrutar sintiéndome realmente vivo. Todo es tan complejo… A veces tan hermoso, a veces simplemente nostálgico y melancólico. De la noche a la mañana todo puede volverse frío o cálido en un instante de tiempo.

Estamos ligados a nuestro pasado y vamos destinados a estarlo de por vida a nuestro futuro: de ahí la importancia de nuestras decisiones y sus consecuencias. Sentir, reflejar, aprender, improvisar… Simplemente poco a poco, con mucha paciencia. Sorprenderemos al mundo, especialmente a nosotros mismos.

No sabemos cuándo será la última vez que estaremos, que soñaremos, que respiraremos o que desearemos. Hagamos que nos pertenezca cada momento sin excusas, sin posibles mañanas que nunca lleguen, sin «ya habrá otros momentos» o «no estoy seguro». Es la seguridad en uno mismo nuestra principal llave a la felicidad y a nuestra confianza, así como a su continua búsqueda.

No consiste en encontrar una felicidad intocable e infinita, sino en construirnos para acabar siendo aquello que realmente deseamos en este lugar que nadie decidió y, al parecer, todos nos encontramos, bajo la dicha de un devastador pero dulce tiempo.

No me fue posible sonreír hasta que decidí improvisar conmigo. Y ahora todo es posible.


Moriremos

Moriré. Todos moriremos.
Llantos, recuerdos y anhelo,
como efímeros sentimientos
en un olvidado consuelo.

Morirás. Será sin retorno.
Nada quedará tras tu estela
si tú así lo decidiste.
Tu pasado así lo revela.

Deberemos ser más pacientes
porque en breves no estaremos…
Dará igual si no lo sientes.
Juntos y solos lloraremos.

¿A qué precio sale todo esto?
¿Cuál es el coste de este juego?
Nadie puso normas, es cierto…
Nunca habrá otro «hasta luego».

La memoria nos podrá fallar,
el recuerdo quedará olvidado.
Y toda persona como individuo,
toda quedará a su lado.

Al lado de su olvido, junto a su muerte;
en nuestro futuro a nuestra suerte.
No podremos de nuevo verte
ni tenerte para leerte.

La muerte como verdad absoluta.
El tiempo como igualador divino.
Nosotros… como simples mortales.
Y luego yo. Es decir, tú.

Emociones repentinas

Como un juego que nunca acaba. Como un ciclo en el que nos vemos inmersos sin darnos cuenta. Como un continuo perder y ganar sin retorno.

Como un vaivén de emociones. Como un frío verano y caluroso invierno al mismo tiempo. Como un sin parar de impresiones.

Como ninguno podíamos imaginar. Como todos sospechábamos… y como ocurre al final en todos los capítulos de la vida.

Simplemente, a la espera de que algo suceda, pues nada tiene por qué estar donde nosotros, en principio, así creímos. No es ninguna estupidez pensar en ello: en nada en particular y en todo en general.

Tanto por hacer y por querer, tanto… que a veces simplemente no nos quedan fuerzas de la gran sorpresa que algunos días nos podemos llevar. Y es que no hay que rechazar aquello desconocido por el simple hecho de serlo. Especialmente, en cuanto a emociones se pudiera referir, sin referirme a ninguna en concreto. Pues son tantas y tan distintas entre sí… que para evitar olvidarnos de alguna, simplemente hablaremos desde esta perspectiva abstracta donde todos nos entendemos.

Sin motivo alguno aparente, y es que, ciertamente, no lo tiene. Pues todo está en nuestras ideas y expectativas, en una espera que nadie prometió, sumergido aquí y allá.

Como un sueño al que pudiéramos aspirar, sueño donde una imagen vale más que mil palabras, donde la pasión y la razón van cogidas de la mano, donde nosotros somos los verdaderos protagonistas más allá de innecesarios recelos.

Sintiendo escalofríos en quién sabe cuántos pensamientos que, como pájaros, simplemente desean salir de su jaula para poder volar libremente donde su instinto les guíe y el viento les deje.

Como un juego que algún día terminará. Como un continuo ciclo de toma de decisiones en el que nos veremos involucrados sin quererlo. Como todos pudimos algún día imaginar y sólo unos pocos sospechábamos. Y, como ocurre con los capítulos, todas las etapas acaban terminando. Pero no todos de la misma manera. Aquí radica la principal diferencia entre unos y otros.

Cada uno de nosotros desprenderá diferentes emociones. Hará vibrar de una u otra forma a su alrededor. Emociones que dependerán del todo, del día y la hora, del quién y el cómo.

Somos tan únicos y valiosos, especialmente en nuestra diversidad de emociones repentinas.


No es vida

No tiene por qué decidirse todo ahora. No se trata de eso, pero sí de tener una meta gratificante donde realmente nos gustaría estar. Algo que realmente nos gustaría obtener tras un esfuerzo llevado a cabo. Algo en lo que pensar que nos motive a trabajar en nuestro día a día, a levantarnos y estudiar con más ganas. A pensar más allá de una rutina, donde las cosas simplemente suceden sin que aparentemente nadie tenga por qué variarlas porque, al fin y al cabo, dan la impresión de haber sido siempre así.

Se trata de motivarnos, incentivarnos, cultivarnos y no dejarnos llevar por una vida sin respuestas ni preguntas, sin aprendizajes reales ni nuevas experiencias más allá de la monotonía de lo aburrido.

Y es que está en nuestra mano, en nuestro poder y en nuestra voluntad cambiar para bien o para mal todo esto. Somos nuestro propio Dios, nuestro guía. Somos nuestra última palabra.

De nada sirve una vida si en ella no hay pasión por ser vivida.


El problema de la Navidad

El problema de la Navidad se esconde tras sus falsos valores de perdón, amor y reunión familiar sincero. Estoy deseando que llegue el día de ver esto desde otra perspectiva, de veras, pero hoy en día me es algo imposible, al menos, en mi caso, y no es precisamente algo que dependa de mí.

El problema de la religión es, de nuevo, todos los valores simulados que tras ella se esconden. Ilusiones en bonitas palabras que humanamente luego quedan en un olvido interesado.

Máscaras que constantemente juegan sin permiso. Dobles morales no invitadas. Y tú sin querer saber qué ocurre exactamente de tanto intentarlo sin recompensa. «Oír, ver y callar».

Todo viene de mucho más atrás: años y años de error sin corrección y sin una esperanza en el futuro más allá de un exceso de confianza en una irresponsabilidad, en un inexistente y estúpido Dios. Miserable.

Pero más culpable que Dios y su inexistencia es la carencia que tienen algunos por su excesiva creencia. Más culpable que Dios son los humanos que abusan de él y lo utilizan: modifican a su antojo su significado y lo intentan inculcar como verdad absoluta a sus prójimos. Incompetentes y necios, encerrados en su maldita «fe» hipócrita y desleal. El contexto de nuestras palabras puede variar tanto nuestra intención real…

El problema no es la Navidad en sí misma ni mucho menos su festividad ni la idea de una especial reunión familiar. Es el que engaña y el que se deja engañar. El problema no son las herramientas ni lo que disponemos, sino el uso que con ello hacemos, especialmente, a todos los que nos importan.

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